miércoles, 13 de octubre de 2010

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Las partes de una pluma son el cálamo y la vaina (fig. 76).

El cálamo o cañón es la base tubular y córnea que se inserta en el cuerpo del ave. La continuación exterior del cálamo es la vaina, de superficie aplanada.

La vaina tiene un eje central llamado raquis, que es la continuación directa del cálamo; del raquis se desprenden ejes más delgados llamados barbas, y de éstos otros más finos aún, las bárbulas.

Las bárbulas poseen pequeños ganchos laterales que se engranan con los de las bárbulas contiguas formando un enrejado muy fino que proporciona a la superficie de la vaina gran elasticidad y sorprendente solidez.

Las plumas que participan activamente en el vuelo deben ser las más desarrolladas y poseer un raquis rígido y barbas resistentes. Según su ubicación -se pueden distinguir dos clases d^¡ estas plumas: rémiges y rectrices.

Las rémiges son las grandes plumas del ala. Por la función que desempeñan se denominan también remeras. Estas plumas parten hacia afuera y hacia atrás de la mano y del antebrazo y se recubren unas a otras, de modo que forman una superficie casi continua (fig. 77).

El ala de las aves consta, entonces, de dos partes: una parte viviente (músculos y huesos del ala) y una parte inerte (las plumas).

El cálamo de una rémige está inserto en una membrana, llamada membrana alar, que es un repliegue de la piel, de propiedad elástica y con ligamentos especiales para los movimientos de rotación de las rémiges durante el vuelo (fig. 78).

Las rectrices se encuentran en la cola. Y por su función se denominan también timoneras.

El tronco de las aves está magníficamente adaptado para el vuelo. Por una parte es rígido como el fuselaje de un avión, lo que es una condición necesaria para el vuelo.

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